Cómo ser un profesor competente y no improvisado.
Tengo un recuerdo motivador, debo recordar siempre con alegría y entusiasmo, mi sueño inicial, ese ir a clases de mis primeros años de formación docente. ¿Cómo me imaginaba el encuentro con mis estudiantes?
Encuéntrense todos los días con cada uno de los que están cerca de ustedes, pues que cada día, cada mañana, cuando un docente se encuentra con su alumno, comienza una historia.
Enseño desde el corazón, no soy un comerciante. Al acercarme a cada uno de mis estudiantes, no les voy a vender nada, porque no soy “vendedor ambulante de la enseñanza”, “mercader de ideologías”, “comerciante de material educativo”, tengo que transmitir las experiencias de mi vida, de una vida vivida con pasión.
Educar, si bien es trabajo, trasciende las pautas de trabajo puramente remunerado.
Llego cada día con mi propia historia, que es de un valor inmenso y profundo, con mis éxitos y fracasos, con mis virtudes y mis errores; con mi experiencia docente. Con esa emoción que se hace “fuerza” de envío cada mañana, para poder mirar con ojos de fe a los estudiantes y a mis colegas.
Si ustedes se acercaron con mirada de padres y de madres, con la calidez que nace de un corazón maduro por la memoria, por la lucha, por el defecto, por la virtud… sus estudiantes en los momentos de las crisis, no van a perder la brújula.
Y por ello siento la llamada a trabajar seriamente en mi preparación competente, a no improvisar, a tener la humildad de escuchar, leer y ver las experiencias de los otros, para aprender lo mejor de ellos; a estar al tanto de los profundos cambios que han llevado a la difusión cada vez más amplia de sociedades multiculturales, que exigen a quienes trabajamos en el sector escolar a comprometernos en itinerarios educativos de confrontación y diálogo, pero con una fidelidad valiente de los valores y un deseo innovador de la vocación docente, entonces me digo a mi mismo:
Soy educador para el encuentro, llamado a vivir, sentir y estimular el encuentro conmigo mismo y con cada uno de mis alumnos. Para ayudar a desterrar las exclusiones, las indiferencias y la desacreditación (o condena) del que piensa o actúa diferente. Ser creador de cercanía y de perdón.
Soy educador de memoria y de recuerdo porque tengo la extraordinaria tarea de enseñarles a mis estudiantes a recordar las miradas de ternura que los fueron construyendo. Su herencia cultural y la historia de su patria. Ser testimonio de gratitud.
Soy educador para transmitir esperanza porque es una virtud, y tengo el desafío de afirmar el desarrollo de una persuasión fuerte, auténtica y alegre en mis estudiantes, que se convierta en motivo para vencer las dificultades, porque algo va a trascender a mis alumnos. Ser portador de sueños e ilusiones.
Soy educador apasionado por la verdad porque cultivo esa verdad que me hace libre y que no es negociada, acomodada, consensuada, nivelada debajo de los valores, que claudica ante la moda, ante el marketing, ante lo más fácil, y que lleva a la corrupción. Ser cultivador de la verdad que nos hace libres.
Soy educador que salgo ganador
Soy educador que valora el esfuerzo porque la vida me ha dado y debo dar siempre una nueva oportunidad, porque importa menos el error cuando se le reconoce y se busca no volver a repetirlo. No es educación el condenar, desaprobar, humillar, sino enseñar a no temer la equivocación y aprender siempre. Ser animador para alcanzar la meta.
Soy educador que favorece la creatividad porque el aprender comienza por la emoción del descubrir, por ese primer movimiento entre la tensión entre la novedad y la continuidad, por confiar en que vamos a llegar a lo nuevo a partir de lo ya conocido, porque para la creatividad humana, no hay ni “creación de la nada” ni “idéntica repetición de lo mismo”. Ser guía para no perder la capacidad del asombro.
Soy educador que salgo ganador, pues cada día creo que de mi tarea depende que toda la sociedad gane, para que llegue a ser una sociedad justa, solidaria, fraterna y feliz, porque así todos ganamos. Quizá sea una gota en el mar, pero el mar no es el mismo sin esa gota, me dirá la Madre Teresa. Ser un luchador que aliento a triunfar.
Y comparto con Ustedes que “Educador es una función, maestro…ser maestro, es una pasión”.