¿A las 11:00 de la mañana sientes como si hubieras corrido un maratón?
Lo preocupante es que solo te paraste por un café y esa ha sido tu mayor actividad física del día. A esto se le llama fatiga mental.
Muchas veces nuestra fatiga está más relacionada con nuestra mente que con nuestro cuerpo. Estudios han demostrado que el cuerpo puede soportar jornadas exhaustivas y aún así mantenerse con energía, pero si se trata de la mente la historia es muy diferente.
Una vez que somos presas de la fatiga mental, corremos el riesgo de perder claridad, motivación, llegar a nuestro límite y tirar la toalla. Es por eso que es tan importante prestar atención a las señales de cansancio que nos manda la mente.
Falta de objetividad y creatividad, irritabilidad, sensibilidad excesiva, ansiedad, tristeza profunda, pesimismo: son solo algunos de los posibles síntomas, pero el fondo va mucho más allá.
Empecemos por entender qué puede causarnos fatiga mental. Para después buscar las soluciones.
La ansiedad por el futuro
Vivir en el futuro resulta muy desgastante y aunque muchos lo ven como un acto inofensivo la realidad es que puede hacernos mucho daño. Especular sobre todo lo malo que puede pasarnos: ¿Si me quedo sin trabajo?, ¿Ya no me quiere?, ¿si me enfermo?, ¿si fracaso?, ¿ y si nada de eso pasa y tú ya lo sufriste como si hubiera sucedido?
Rencores y resentimientos del pasado
Por tu propio bien, perdona lo que tengas que perdonar y a quien tengas que perdonar (incluyéndote a ti mismo), suelta las cargas que no son necesarias, ya sea porque no son tuyas o porque de nada te servirá llevarlas contigo. Lo único que consigues con eso es mermar tu energía y vivir esclavizado de situaciones que ya no forman parte de tu presente y que te orillan a la autodestrucción que implica el rencor.
La falta de aceptación de la realidad, de los demás y de uno mismo
Si eres de los que se resiste a la realidad, pretendes cambiar a las personas que están a tu alrededor y nunca terminas por sentirte pleno con la persona que eres en la actualidad, seguramente vives muy cansado, pues en todo momento estás luchando con las exigencias de tu ego que no para de decirte lo que “tienes” que hacer, cómo deben de ser las cosas, cómo tienen que actuar los demás para mantenerte contento, amedrentándote para que no bajes la guardia y le demuestres a todo el mundo cuanto vales y nunca te quedes atrás. Agotador de sólo leerlo ¿no crees?
No tener metas y un rumbo claro
Decía Nietzsche, “Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a cualquier cómo”. No importan las horas de desvelo, los sacrificios, los errores y fracasos en el camino, siempre y cuando nuestro sentido de vida esté bien claro, de lo contrario todos nuestros esfuerzos serán desperdiciados y sólo nos desgastaremos. Las metas claras y bien definidas nos inyectan energía.
Postergar
Uno de los temas que más agota a nuestra mente es la conciencia de que tenemos pendientes importantes y urgentes que hemos postergado y que las consecuencias de este retraso serán muy perjudiciales para nosotros. Seguramente has experimentado el placer de tachar actividades en tu lista de pendientes, es como cuando te quitas un zapato muy apretado, tu alma descansa y te sientes liberado.
Las causas anteriores pueden provocarnos una “diarrea de pensamientos”, a través de los cuales estamos merodeando constantemente por todo aquello que hasta el momento no hemos hecho bien, instalados en el papel de víctima por lo que otros nos han hecho, quejándonos de todo y de todos, además de alimentar una visión fatalista del futuro. Se crea un círculo vicioso del que difícilmente podremos salir si mantenemos ese mismo patrón de pensamientos.
¿Cómo cambiar el chip?
1. Sé consciente de que tú no eres tus pensamientos, sino la persona que es capaz de observarlos, siendo así date cuenta de éstos pero no continúes rumiándolos.
2. Regresa a tu aquí y a tu ahora. Suelta las ataduras del pasado y la ansiedad por el futuro. Analiza cuáles de esos pensamientos son irracionales y cuáles sólo existen en tu imaginación. Piensa que nadie tiene la vida comprada y ese futuro que tanto te agobia es incierto. Planea, actúa y prevé, pero nunca olvides que lo único que está en tus manos es el momento presente.
3. Conéctate con tu corporalidad: respirar, meditar, practicar mindfulness o alguna actividad física que te permita adentrarte en las sensaciones de tu cuerpo, tan profundamente que te vuelves uno con lo que estás haciendo y dejas de pensar compulsivamente.
4. Elige tus pensamientos: aunque a veces pareciera que tienen vida propia la realidad es que nosotros somos los únicos capaces y responsables de manejar nuestros pensamientos, nosotros decidimos evocar las experiencias que nos generan dolor o ansiedad y así también decidimos alimentarlas para darles más fuerza o dejarlos pasar para debilitarlos y cambiarlos por otros más funcionales.
5. Ten un proyecto en tu aquí y en tu ahora, objetivos breves a corto plazo que te vayan dando un sentido de logro y te motiven a ir avanzando día con día, paso a paso. Los proyectos demasiado complejos e inmensurables son fuente de ansiedad y frustración, te puedes sentir agotado en la lucha por conseguir lo inalcanzable.