Brasil y Argentina son los países que más gasto público en educación realizan. Perú y República Dominicana, los que menos.
El Diario de Innovación y Tecnología en la Educación (AIKA), publica un artículo de Anna Montero, quien basándose en “Informe de Pulso Social de América Latina y el Caribe 2016: realidades y perspectivas”, nos permite conocer una particular lectura de la realidad educativa del continente americano y el Caribe, y que meritamos muy actual e interesante.
Brasil y Argentina son los países que más gasto público en educación realizan. Perú y República Dominicana, los que menos.
El gasto social en América Latina y el Caribe va en aumento desde hace ya algunos años. Cada vez una proporción más grande de la riqueza producida por los países va dirigida a protección social, salud, vivienda, sistemas de saneamiento y también a educación.
Así lo recoge el informe Pulso Social de América Latina y el Caribe 2016: realidades y perspectivas, que, pese a destacar diferencias considerables en inversión pública educativa entre los distintos países que evalúa (22 en total), confirma que la mitad del gasto social va dedicado a salud y a educación.
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Además, muestra una tendencia, aunque lenta, al alza, con un aumento que pasa del 7% en 1995 a un 10% en 2013.
Brasil encabeza el ranquin de países de América Latina y el Caribe en cuanto a gasto público en educación, con una inversión ligeramente superior al 8% de su Producto Interior Bruto (PIB). Argentina y Costa Rica le siguen con un 8% y un 7’8% respectivamente.
Por detrás se encuentran Venezuela (6’4%), Bolivia (5’6%) y Ecuador (5’2%), cuyo gasto en educación supera la media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), situada en un 5’2%.
Con una dedicación inferior al 5% están Panamá (4’7%), Jamaica (4’7%), Chile (4’2%), El Salvador (4%) y México (3’9%). En la cola en inversión se sitúan países como República Dominicana (3,1%), Perú (3%) o Colombia (2,8%), los que dedican menos presupuesto en la región a la educación.
Brasil encabeza el gasto en educación en la región.
Los datos recogidos en el informe muestran un panorama muy variable entre los países de la zona.
Aun así, no menos que en otras regiones como ejemplo la Unión Europea, que dedica de media un 4’9% de su PIB a los sistemas de enseñanza.
En España, este porcentaje es del 4’3%, según datos del informe Panorama de la educación. Indicadores de la OCDE 2015.
Las cifras contrastan con el 5’5% que dedica Francia, el 4’9% de Alemania o, en la parte más elevada del Ranking Europeo, Suecia (7’7%), Noruega (7’4%) o Finlandia (7’2%), según datos del Banco Mundial de 2012.
Educación temprana, un aspecto básico
De la inversión pública dedicada a la educación en América Latina y en el Caribe, la mayor parte se dedica a la educación secundaria, seguida de la formación de 0 a 5 años y la educación primaria.
El estudio menciona la importancia de la inversión en educación por varios motivos, pero destaca especialmente que cuanto antes se invierta en el desarrollo de los niños y niñas, más alto será el retorno.
En ese sentido, se apunta como clave la educación temprana para evitar perder el desarrollo de las capacidades propias de las primeras etapas de la vida, especialmente los aspectos cognitivos.
Es por ese motivo que la mayoría de países de la región han establecido la obligatoriedad de cursar por lo menos un año de educación inicial.
Países como Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Perú o Venezuela, con la voluntad de reforzar la educación temprana, situaron la obligatoriedad en tres años.
A la vez, un número creciente de alumnos asisten a la escuela dentro de esa franja de edad, un aumento liderado por Argentina, donde el 66% de los niños de 4 años están escolarizados, y Chile, con un 80% de menores de la misma franja de edad que asisten a clase.
En otros países como Costa Rica, Honduras, El Salvador, Nicaragua y República Dominicana el porcentaje es todavía inferior al 50%.
Estas cifras resultan relevantes si se tiene en cuenta, como destaca el informe, que la enseñanza durante los primeros años de vida es efectiva solamente si los niños y niñas asisten a la escuela y la calidad de la educación que reciben es alta.
En educación primaria el escenario es más claro: casi todos los niños de entre 6 a 12 años (un 98%) están escolarizados.
El foco de esta etapa está puesto en la calidad de la educación, que hasta el momento limita la mejora del aprendizaje de los alumnos y no muestra mejoras en las pruebas estandarizadas.
En ese sentido merece la pena destacar que el debate de Latino américa se centra hoy en día más en la calidad de la enseñanza que en acceso a la educación en términos cuantitativos, un aspecto en el que se ha avanzado y que ha logrado cifras mucho mejores en los últimos años.
El debate de Latino américa se centra hoy en día en la calidad de la enseñanza
En cuanto a la educación secundaria, los datos recogidos muestran que la asistencia aumentó hasta un 84%, con especial relevancia en países como República Dominicana, Costa Rica y Paraguay.
Al mismo tiempo, se ha reducido la brecha de asistencia escolar entre zonas pobres y ricas y, aunque en países como Honduras, Guatemala o El Salvador sigan siendo grandes, son casi inexistentes en Perú, República Dominicana y Chile.
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En paralelo al aumento de educación infantil para niños y niñas, cabe destacar un dato aún preocupante que menciona el informe en relación a la reducción de la pobreza: los niños son los que menos se han beneficiado de los programas para el combate de la pobreza extrema.
Una información relevante teniendo en cuenta la vulnerabilidad de este sector.
Aumento de la clase media
El informe, que analiza también aspectos como las dinámicas generacionales, las estructuras familiares o la pobreza, destaca en su primera parte un aumento considerable de las personas de clase media.
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Aun así, y pese a que la cifra, de hecho, casi se duplicó en la última década, “nacer hoy en Latinoamérica significa también pertenecer a la región más desigual del mundo”, explica Luis Alberto Moreno, Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo al inicio del informe.
Pero aún hay algún dato más para el optimismo, como por ejemplo que la mortalidad infantil en la región se ha reducido.
Si en 2002 se producían 26 muertes por cada 1.000 nacidos vivos, en 2014 esta cifra se ha reducido a 18. Bolivia, Chile, Costa Rica y Perú son los países dónde más ha descendido.
Esta mejora está vinculada a un avance en las condiciones socio-económicas a través, en gran parte, de una mayor inversión en gasto social (acceso a servicios de salud, mejora de la calidad de la vivienda, programas de nutrición o cuidado de recién nacidos, entre otros).
El informe apunta como conclusión que, pese a las diferencias y desigualdades que permanecen en la región, los logros sociales son indiscutibles.
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