En Japón, los niños están habituados a ser ellos mismos quienes limpian y arreglan su escuela.
Para los japoneses, la limpieza de los espacios comunes es una tarea de todos que necesita hacerse en equipo. De este modo aprenden a valorar la limpieza y a cuidar de no ensuciarlos.
Aunque existen personas dedicadas a estas tareas, todos los días algunos alumnos colaboran en las labores de limpieza: barrer, trapear o lavar los baños. La idea detrás de esta costumbre es que los niños crezcan no sólo aprendiendo de las materias, sino que se conviertan en buenos ciudadanos que apoyen a sus familias y comunidades.
Además de tener escuelas más limpias, los niños aprenden el valor de estar en lugares limpios, por lo que replican ese comportamiento en sus propias casas y en las calles. Conocida como Gakko Soji o O-soji (limpieza escolar), esta práctica tiene un efecto muy positivo sobre las comunidades de este país y en los propios alumnos.