Muchos nos lo preguntamos tras la balacera en Torreón el pasado 10 de enero
Aunque la escuela debería de ser un lugar seguro tanto para los alumnos como para el personal educativo, desgraciadamente, no siempre es así. Frente a este tipo de ataques violentos en escuelas, ¿cómo deben actuar los docentes ante estas situaciones de peligro?
En 2012, fue publicado el “Manual de Seguridad Escolar”, con instrucciones sobre qué deben de hacer los docentes y directivos ante este tipo de ataques. Pero siete años después de su publicación, aún muchas instituciones siguen sin tener una estrategia clara ante esta amenaza.
El manual está enfocado a escuelas y consejos escolares. Se acentúa que en el momento de encontrarse en una situación de peligro, todas las acciones deben tener un sentido pedagógico. Pues seguir procedimientos no es suficiente. Es necesaria una estrategia que pueda cambiar esa situación en una oportunidad de crecimiento personal y social para toda la comunidad, incluyendo a los padres.
Para lograrlo se necesita la participación de toda la comunidad en conjunto con las autoridades. Esta cooperación permitirá proteger física y emocionalmente a todos. Así como brindar la atención necesaria en caso de secuelas y apoyar a los padres de familia y a los estudiantes.
Para esto todos deben de participar. Los alumnos deben de aprender sobre el autocuidado. Es importante saber qué hacer en caso de peligro, participar en los simulacros y crear campañas de concientización. Así sabrán cuales son sus capacidades y cómo pueden ayudar a docentes y compañeros.
En el caso de los padres, además de cuidar a sus hijos y cooperar con la comunidad, deben evitar divulgar chismes y crear alarmas innecesarias. Además, el manual invita a tratar de evitar acciones emocionales que pueden poner en riesgo a los demás.
El papel de las autoridades recae en proteger a la población. Deben informar de modo claro a la comunidad educativa sobre lo que está ocurriendo, así cómo promover acciones preventivas y ayudarlos a detectar las zonas seguras en la escuela.
Entre todos, se debe enfocar en la enseñanza de habilidades clave como la autorregulación y saber qué actitudes pueden ser de riesgo. Es también interesante aprender a resolver conflictos de manera pasiva. Y fomentar los derechos humanos, el respeto y la solidaridad.
Al iniciar cada ciclo escolar, cada escuela debe elaborar una autoevaluación de los problemas y riesgos que enfrentan. También es necesario definir estrategias para manejar posibles situaciones de seguridad que incluyan:
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Asignar responsables.
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Fortalecer la protección uno del otro.
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Establecer redes de comunicación con los padres.
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Incluir a Protección Civil en el Consejo Escolar.
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Organizar brigadas.
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Tener señales de alerta secretas, como timbres o palabras clave para alertar a otros maestros.
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Hacer constantemente simulacros con Protección Civil o Seguridad Pública presente y documentar las situaciones de riesgo para trabajar sobre ellas.
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Revisar constantemente los reglamentos de seguridad, incluido el “Manual de Seguridad Escolar”.
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Tener un directorio con los contactos de las autoridades y miembros de la comunidad que pueden ayudar, estos contactos deben estar a la mano.
No hay que olvidarse de analizar, al finalizar la situación de riesgo, las consecuencias materiales, físicas y emocionales. Tras la crisis, el miedo, ansiedad y estrés se quedan. Es importante hablar de lo sucedido con el alumnado y profesorado y tratar de convertir la situación en aprendizaje.
No queremos cerrar el artículo sin recalcar la importancia de la unidad de la comunidad. Es muy importante recordar que la escuela no está sola, sino que forma parte de un cuerpo social. Todos unidos es más fácil prevenir una crisis y actuar de la mejor manera posible si desgraciadamente llegua a ocurrir.