Un libro que nos encantó al leerlo con 17 años puede dejarnos fríos si lo releemos con 40.
No todos los libros que componen este listado podrían leerse en cualquier momento de la vida, aunque sí la mayoría de ellos. Algunos (pocos) pierden frescura a medida que la mente madura.
Creemos que es en el fin de la adolescencia cuando mayor partido se puede sacar de la lectura de muchos de los títulos que proponemos a continuación.
Algunos de ellos hacen replantearse el mundo en que vivimos, nos hacen pensar en nuestra realidad, ayudan a crear una mirada crítica que será de gran utilidad en los años venideros.
Es el caso de 1984, El juego de Ender o Un mundo feliz, que nos abren los ojos a través de la distopía y la ciencia ficción a las anomalías de nuestra sociedad, invitan pensar y repensar nuestro lugar en el mundo.
Y este es el caso también de El señor de las moscas, un descarnado relato sobre los peligros de una sociedad sin normas donde el más fuerte es quien sobrevive.
Pero no todo es la perspectiva de un mundo peor, otros títulos dejan volar la imaginación y transportan al lector a entornos mágicos como el de La historia interminable o el de Alicia en el país de las maravillas.
Existen también realidades lejanas a la occidental, como la que plantea Herman Hesse en Siddhartha, donde los valores de una vida despojada de posesiones ahondan en la idea de que el mundo interior es capaz proporcionar la paz que no se alcanza en el mundo exterior.
Hay además en este listado historias apasionantes como la de aquel preso que mató a María Iribarne y que cuenta su relato desde la cárcel, un negro túnel sin salida que atrapa a los lectores más jóvenes y les sirve de antesala para continuar con esta trilogía que deviene apocalíptica con los títulos que la continúan y que bien valen su lectura en años más maduros (Sobre héroes y tumbas y Abaddón, el exterminador).
El cinismo existencialista de Buenos días, tristeza pone a flor de piel los sentimientos adolescentes de una protagonista que no acaba de encontrar su personalidad.
Otro adolescente en apuros es Holden Caulfield, el mítico protagonista de El guardián entre el centeno, que se desnuda ante el lector hablando de su fracaso escolar, la dificultosa relación con su familia y su despertar sexual.
Para extrañamiento el que vive El Extranjero de Camus, cuya crisis existencial es quizá la más famosa de la historia de la Literatura. Y ante tanto drama, el humor de Roald Dahl y la historia de El Tío Oswald.
Las historias de amor (con bastante más enjundia que el “chico conoce chica”) no podían tampoco faltar.
Y aquí encuentra su sitio la que cuenta Nick Carraway sobre su prima Daisy y Jay Gatsby, obra maestra de Francis Scott Fitzgerald que es considerada por muchos la gran novela americana.
También son historias de amor la del Pijoaparte y Teresa en la obra emblemática de Juan Marsé o la de Colin y Chloé, protagonistas de la disparatada novela de Boris Vian La espuma de los días.
Y para aquellos que tengan la tentación de mantenerse eternamente jóvenes, nada mejor que conocer lo que le ocurrió a Dorian Gray.
El terror continúa con Drácula y Franskenstein, que dejarán a los lectores pegados al sillón hasta la última página, incluso mucho después, dándole vueltas a lo que acaban de leer.
Como broche, algo de poesía. Muchos podrían ser los libros de lírica que cupieran en este listado, pero en esta ocasión nos decantamos por Los versos del capitán, de Pablo Neruda.
Son quizá algo menos conocidos que los 20 poemas de amor y una canción desesperada, pero igualmente apropiados para alimentar el alma sedienta de poesía en esa edad de apertura al mundo adulto.
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