Sus maestros que detectaron el problema de alcoholismo que tenia Ana a sus cortos 15 años.
El alcohol estuvo a punto de destruir la vida de Ana, al ser hija de un padre alcohólico e inducida por una amiga a beber y con ello ponerse en riesgo al salirse de la escuela para ir a tomar.
Ana es la cuarta hija de cinco mujeres, nadie en su familia lograron entender los cambios que experimentaba la niña “Conforme mi edad avanzaba, comprendí lo que mi papá hacía, aprendí que era malo y no sé por qué razón comencé a tomar”, dijo.
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El entorno es muy vulnerable de caer en adicciones como el alcohol, los solventes y las drogas, con lo cual esa experiencia se le hizo normal. “Empecé a tomar y a fumar a los 14 por curiosidad. Así le hacen todos los jóvenes, me incitaron a eso y admito que me gustó; sin embargo, luego aprendí que es malo”, aseguró la menor.
Sus maestros fueron los que primero se dieron cuenta, y convencida por su madre para ir al Centro de Atención Primaria en Adicciones (Capa) en su municipio.
Su padre murió en este año, decidió no involucrarse para tampoco enfrentar su problema con la bebida, esa es la percepción de Ana.“Él tomaba mucho, no ayudaba a mi mamá, y ella la hizo de padre y madre todos esos años; cuando murió sentí dolor, no muy fuerte; sin embargo, no lo desahogué”, confesó Ana.