Anda lejos Fernando Savater de las posiciones extremas y pesimistas.
Nunca las ha tenido, mucho menos ahora que toca poner manos a la obra, al menos en lo que a educación respecta. Humanista a contrarreloj –se reparte entre las columnas de prensa, el ensayo y la docencia- , Fernando Savater ha intentado rescatar tanto en sus libros como intervenciones públicas el sentido original de la palabra ciudadanía.
Todo cuanto hacemos comporta un quehacer político, dice. Por eso, la importancia de la educación: porque transmite y completa ese marco. “Educar para formarciudadanos significa también formar gobernantes. Todos los ciudadanos son gobernantes aunque deleguen en sus representantes ese poder de gobernar”, asegura el filósofo y escritor vasco.
“Educar para formar ciudadanos significa también formar gobernantes. Todos los ciudadanos son gobernantes aunque deleguen en sus representantes”.
Entonces, ¿esto se perpetúa o promete resultados?
El pacto entre todas las fuerzas políticas y sociales es necesario. Quienes abogan por tal cosa intentan un mínimo común denominador. Pero uno que fuese respetado y compartido por partidos políticos, educadores, pedagogos, padres de familia, sindicatos. Establecer con todos ellos un punto de acuerdo, dejarlo al margen de los vaivenes políticos, dotarlos de un presupuesto suficiente y dar una cierta estabilidad. Eso es lo que no se ha conseguido y que sería bueno conseguir.
¿De quién es la mayor cuota de responsabilidad? ¿De la administración pública, las fuerzas políticas? ¿Hasta qué punto los padres, que ahora riñen por los deberes, han sido pasivos?
La responsabilidad es de todos. Porque en lugar de abordarla como una preocupación pública, la educación se ha convertido en una especie de arma arrojadiza. Por eso no se ha llegado a acuerdos en casi ningún tema. Le damos una importancia retórica a la educación, pero luego no se concreta en un acuerdo o en la una capacidad real de llegar a un acuerdo y mantenerlo. La educación se utiliza hace ya mucho como un elemento para hostigar a otros, por ejemplo, en el caso de la cruzada de los padres con el tema de los deberes, que usted menciona, es una forma de enfrentarse con profesores.
“La responsabilidad es de todos. Porque la educación se ha convertido en una especie de arma arrojadiza”
Pero si el rendimiento escolar ya es bajo, sin deberes y por tanto sin refuerzos, podría ser mucho peor. ¿No?
Los deberes han de ser racionales: no una carga abrumadora ni disparatada. Unos deberes que permitan que haya continuidad entre la escuela y el hogar, y no exista un divorcio. Que los deberes para completar en casa permitan a los alumnos seguir adelantando el trabajo de la escuela. No tiene sentido una separación entre lo que se hace la escuela y la casa, justamente para evitar que el niño olvide lo que ha aprendido a lo largo del día. Por eso creo que la postura de los padres de convocar una huelga de deberes es un absoluto disparate.
Hay énfasis y apasionamiento en todos estos debates, pero falta conocimiento técnico. ¿La educación está condenada a ser objeto de una discusión catastrofista?
Lo realmente importante es que quienes participen en las discusiones para una reforma educativa sean realmente quienes sepan de esa cuestión. Que tengan alguna vinculación con la educación, que tengan un trato con sus instituciones y cuál es la dinámica interna de los proyectos educativos.
Hasta ahora, quienes han participado en la redacción de las leyes educativas desconocen su naturaleza técnica. Los que están en el parlamento lo único que de verdad saben de educación es un hecho: todo cuanto hagan en esa materia debe ser para contradecir a su oponente. Eso, claro, no ayuda. Las personas que participan en los debates técnicos, en lugar de tener preparación, han caído en manos de la retórica.
“La educación debe formar ciudadanos, no empleados”
La educación debe buscar la formación de ciudadanos, no de empleados. Personas no sólo con capacidades laborales, sino personas capaces de entender la sociedad. Educar para formar ciudadanos significa también formar gobernantes. Todos los ciudadanos son gobernantes aunque deleguen en sus representantes ese poder de gobernar; Para eso hace falta crear una sociedad capaz de comprender al otro, de persuadir de ser persuadido; de tener una actitud en la cual se comprendan y se expongan los argumentos. Además, por supuesto, se saberes fundamentales: aritmética, gramática…, asuntos que son esenciales, pero también aquellas materias que aportan un pensamiento global.
“La educación debe buscar la formación de ciudadanos, no de empleados. Personas no sólo con capacidades laborales, sino capaces de entender la sociedad”
Cerca del 40% de los españoles dice no leer jamás. Y el resto del mundo va parejo. Pero eso es sólo un dato. ¿En una reforma y un pacto educativo qué es lo más urgente?
Una cuestión está unida a la otra. La gente no lee porque no comprende. No comprende porque no ha tenido una educación orientada al razonamiento. Nada de eso puede considerarse por separado. Por eso insisto en que en estos debates de leyes y planes deben participar personas que estén en contacto con las carencia educativas, que conozcan muy de cerca qué edades tienen cuáles problemas y porqué.
¿Lo que viene mal del instituto, ¿se puede corregir en la universidad?
Aquello que no se ha obtenido en primaria y secundaria no lo dará la universidad, al contrario. Si un alumno llega a la universidad con grandes carencias, difícilmente puede asimilar las otras, porque experimenta un retraso mucho mayor.
“Una cuestión está unida a la otra. La gente no lee, porque no comprende. No comprende porque no ha tenido una educación orientada al razonamiento”
Usted conoce el trabajo de Ciudadanos en este tema. ¿Cuáles cree que podrían ser las propuestas educativas que podrían aportar las fuerzas políticas?
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Primero, yo no conozco cuáles son los puntos que pueda tener Ciudadanos al respecto y sobre eso mismo; tampoco puedo incurrir en lo mismo que critico. Deben de ser las fuerzas involucradas en el proceso educativo, tanto profesores, como pedagogos o padres de familia quienes deben decir eso.
No cada una por su lado desperdigada, sino en conjunto. Hay una serie de temas en los que estoy seguro que se pondrán de acuerdo con los profesores que están en las aulas; quien son capaces de ver qué es lo más urgente y qué es lo que hay que plantearse más a largo plazo. No existe tal cosa como una solución mágica, hay que reunirse para poner posiciones en común que permitan llegar a un acuerdo.
Le voy a pedir que se moje; ¿tal y como está el percal, piensa que tal cosa como un debate y un acuerdo por la educación puede llegar a buen puerto?
Quiero pensar que sí, porque es un tema lo suficientemente importante como para que las personas dedicadas a ello se den cuenta de que hay que renunciar a los prejuicios y colaborar. Antes no se ha podido; pero lo cierto es que es un tema urgente e indispensable para el país, por eso quiero pensar que sabrán ponerse de acuerdo .
“Es un tema lo suficientemente importante como para que las personas dedicadas colaboren”
Mantener a Íñigo Méndez de Vigo como Ministro de Educación planeta dos lecturas: que no habrá cambios y que tendrá que ser bajo esa premisa que se den las negociaciones. Es decir: nada. ¿Qué piensa?
Esta persona no ha tenido ocasión de demostrar lo que puede hacer. Llegó en un momento en el que prácticamente sólo pudo ocupar el cargo en funciones. Parece tener un carácter dialogante. No creo que tenga muchos prejuicios establecidos en es tema y puede ser un buen catalizador para reunir a su alrededor de gente que quiera llegar a acuerdos.
Lo veo muy optimista o acaso muy diplomático.
Del pesimismo no se saca nada. Las posiciones pesimistas sólo son verdaderamente creíbles si están acompañadas de una medida extrema como tirarse por la ventana. Si alguien cree que el mundo no tiene solución y que va a peor y se tira de un octavo piso; a ése hay que, no sé si creerle; pero al menos sí admitir que entre lo que dice y lo que piensa hay relación. En cambio aquellos que también dicen que el mundo está mal; y no tiene remedio pero se van a tomar unas gambas a la plancha; quizá no haya que creerles tanto, o al menos no son muy dignos de ser leídos. Y como yo no quiero tirarme por la ventana, prefiero no ser pesimista.