El objetivo no es crear nuevas de dudosa calidad, sino ofrecer educación de calidad.
Más allá de inaugurar un centenar de universidades a lo largo de un sexenio, el verdadero desafío es incrementar la cobertura y hacerlo con calidad. Sin dejar de apoyar a las instituciones ya existentes. Así lo afirmó Alejandro Márquez Jiménez, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM.
“No se trata de llegar a más jóvenes simplemente abriendo escuelitas que difícilmente puedan ser llamadas universidades”. Dijo al recordar que al menos una decena de instituciones de educación superior enfrentan severas crisis económicas.
En un comunicado, el académico señaló que “entidades como la UNAM, la UAM o el IPN nos hacen competitivos a nivel mundial. Son el parámetro que debería observar toda nueva institución de educación superior”. Por lo que no podemos bajar la calidad sólo por atender a sectores con los que se adquirió un compromiso.
“La formación superior es más cara que la básica o media, en especial en áreas como ingeniería, arquitectura o medicina. También es cierto que hay carreras menos costosas. Así que determinar los montos destinados al renglón nos obliga a pensar qué país deseamos y qué recursos humanos se requieren para alcanzar ese ideal”..
Para Márquez Jiménez destinar más recursos a la formación de profesionistas es algo fácil de defender con palabras y difícil de justificar con números. Por lo apretado del presupuesto federal.
México puede ser una potencia, si logra enforcarse en la Educación Superior.
Estimaciones pasadas
Estimaciones de 2017, para cubrir todas sus funciones el gobierno necesitó del 23.8 por ciento del PIB. De este total, el 6.6 fueron gastos no programables, es decir, no se podían tocar a riesgo de poner en entredicho la confianza del Estado. Ello hace que los gastos sí programables se reduzcan a un 17.2 del PIB. Si un 5.3 por ciento se va a educación, tenemos apenas un 11.9 para los demás rubros“, precisó.
Hay que elevar los montos para el desarrollo educativo, alcanzando el ocho por ciento sugerido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) desde los años 70. De otra manera las variables involucradas sólo llevarían a desproteger flancos tan importantes como el de la salud.
Finalmente sugirió que el nuevo sistema de universidades sea una oferta de calidad para la población. De lo contrario se caerá en el criticable vicio de ofrecer formación de segunda o tercera para los más pobres.
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